sábado, 13 de diciembre de 2008

Discurso a la segunda generación de graduados de CCPM pronunciado el día 12 de diciembre de 2008 por José Daniel Guerrero Gálvez

Buenas tardes a todos. Es muy agradable tener a todos presentes en este día para celebrar la graduación de una nueva generación de alumnos que nuestra escuela a preparado a lo largo de más de dos años. Bienvenidos.

Las palabras que les dirigiré son breves y por demás buscan no sólo felicitarles por el logro alcanzado en sus estudios de computación sino en alentarlos en la continuación de éstos que necesariamente no tienen que ser dentro del ámbito de las Tecnologías de información y Comunicación que más de una capacitación ha llegado a trastocar la forma como percibimos al mundo y la relación que llevamos con éste. Por supuesto, ésto genera problemas pero digánme qué generación a lo largo de la historia del hombre no ha tenido problemas propios de su espacio y tiempo histórico. Por eso somos la especie pensante, no conozco otra hasta este momento; tal vez en el futuro, uno nunca sabe.

Pero esa condición de ser pensantes implica no sólo la libertad de elegir sino la responsabilidad que conlleva en prepararse cada día, entre otras cosas más. Sí, han terminado sus carreras pero ¿eso bastará? y parafraseando a Edgar Allan Poe, "sólo eso y nada más". Más que una afirmación deberíamos encerrar esta frase entre signos de interrogación, cambia todo el sentido a una pregunta que cada uno de los que estamos aquí presentes, sin excepción deberíamos hacernos: ¿Sólo eso y nada más? Es con esta pregunta que me interesa que reflexionemos pues a todos nos toca nuestra parte en este asunto.

Hace años en una graduación en la cual estuve presente, así como ustedes, sentado, escuchando las palabras del entonces director de la Facultad (que me disculparán si no son textuales, a mi edad es más frecuente que erija monumentos a Alzheimer aunque también considero digno de un un estudio psicoanálitico esta perdida de memoria, o de espanto aludiendo al Dr. Nestor Braunstein pero, eso será otra historia). El director, como decía, nos mencionaba que había dos carreras que inevitablemente las teníamos perdidas: la de la vida y la de la tecnología. La vida que inevitablemente se va con el tiempo y que si no administramos bien de pronto nos damos cuenta que han pasado los años en la que no hemos hecho nada por nosotros, ni por los demás; el de la tecnología, tan dinámica como desde sus orígenes se ha caracterizado, es imposible saber lo último que ha producido, sólo podemos seguir sus avances sin llegar a emparejarnos con ella y les diré que a pesar de ésto, no debemos dejar perderla de vista pues en nuestras sociedades atrasarse en esta carrera tecnológica implica una desactualización que puede llevarnos a la obsolescencia y todo lo obsoleto es al final, desechado.

Por eso, no debemos dejar de estudiar, siempre preparándonos, manteniéndonos actualizados en el ramo que hemos decidido desarrollar nuestras capacidades sin olvidar que la computación, las herramientas tecnológicas son precisamente eso, herramientas y que la calidad humana se da en la medida que nos formemos como seres humanos a través de la lectura, la escritura, la reflexión que implica nuestra relación con los otros. Sí, lo sé, ¿a qué hora? y yo les respondo: si no es ahora, ¿cuándo?  Recuerden la carrera con la vida pero si quieren algo más fuerte, puedo utilizar una frase en latín, memento mori que significa en español: recuerda la muerte.

Sólo recuerden, por favor, sí hay que celebrar. Este logro no se escatima pero como todo en la vida es un peldaño para el siguiente aunque algunos se les ha olvidado eso e insisten en vivir al día. ¿Qué van hacer mañana?

Gracias.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Discurso a la primera generación de graduados en CCPM pronunciado el 6 de noviembre de 2008 por José Daniel Guerrero Gálvez

Buenas tardes. Graduados, familiares y autoridades de la escuela.

A lo largo de más de dos años siempre nos hemos reunido para tomar clases en diferentes horarios ya sea en aulas o en laboratorios según como la marcaba el rol o las necesidades del mismo grupo; en esta ocasión, no es para eso. Nuestra reunión ya no será una clase, ni una práctica de laboratorio, ni tiempo libre; esta reunión se acompaña de una celebración. Una celebración que ya es una realidad: su graduación.

Cada uno de ustedes se ha esforzado en todo este tiempo en gran manera, son un grupo selecto pues muchos se han quedado en el camino por diversas causas o más bien, parafraseando aquel filósofo, Ortega y Gasset, somos producto de nuestras circunstancias y ustedes ha diferencia de ellos, están aquí y han hecho que esas circunstancias les sean favorables en una calidad que les otorga el ser graduados. Y muy bien acompañados por cierto: sus papás, mamás, hermanos, esposas, esposos, sus familiares más cercanos y amigos. Con esas personas que a lo largo de este tiempo los han apoyado ya sea económica o moralmente, o ambas; a ustedes, muchas gracias. También no podemos olvidar de aquellas personas que por su propio esfuerzo se han procurado su estudio, es un esfuerzo que debe distinguirse también. A todos ustedes, graduados y familiares muchas felicidades pues de otra forma, la posibilidad de esta celebración no existiría.

Pero éste no es el final, vivimos en una sociedad que concibe al ser humano de forma diferente inclusive en el siglo pasado y, no hablo de hombres y mujeres porque es sospecha de sexismo. Antes bastaba con tener un oficio, se estudiaba, terminaba sus estudios, literalmente uno se olvidaba de la escuela. Ahora en la actualidad no ocurre lo mismo, en estos tiempos la educación es para toda la vida pues las mismas circunstancias sociales lo demandan. Hoy, sí, son graduados y nos tomaremos un momento... más bien algunos porque nos lo merecemos, se lo merecen para celebrarlo pero mañana hay que pensar el siguiente paso. Hay mucho por hacer, no sólo aprendiendo computación. Hay idiomas, hay que terminar la prepa, la licenciatura, por que no, la maestría y con ambición un doctorado ya sea en México o en el extranjero. Gracias a Dios, existe el Internet y las posibilidades de la educación a distancia es una realidad, y si es abierta, mucho mejor. Por experiencia propia se los digo.

Graduados, invitados. La celebración que tenemos sólo es una etapa intermedia de nuestra formación pues el desarrollo del ser humano es inacabable y el límite es el descanso en paz. Mientras nuestra vitalidad nos lo permita debemos trabajar por nuestra areté, aquello que los filosofos griegos consideraban el máximo grado que el ser humano puede llegar, en una palabra: la excelencia. El buen filósofo hispanomexicano Eduardo Nicol lo resumió en tres palabras paideia, autognosis y autarkia: la educación, el conocimiento de uno mismo y, el dominio de uno mismo.

Así que la invitación está hecha y nuestros caminos, tengan por seguro que se encontrarán tanto en forma presencial como virtual ahora el mundo es aún más pequeño o tiende a serlo más. Mientras tanto, en estos momentos celebremos a nuestros graduados, mañana empezaremos a pensar en el siguiente paso.

Gracias.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Miércoles de 7 a 9 de la noche - Tercera parte

En las últimas sesiones con el Dr. Braunstein se ha abordado los vínculos de los psicoanálistas y sus analizantes: Freud, Lacan, Jung y sus respectivos pacientes. El tema se ha desarrollado en el discurso no sólo de las historias clínicas desarrollados en las terapias de cada uno de estos pacientes sino también de la perspectiva que tienen éstos de sus psicoanálistas. El resultado me ha parecido extraño de gran manera pero no negaré que posee una seducción que llama mi atención más con respecto al discurso que presentan estos pacientes al relatar las terapias que vivieron con sus psicoanálistas.

Este discurso y su estudio tiene una relación con la intención personal, nacida hace tiempo, de mejorar mi escritura. Encontré un libro de origen argentino sobre la lectura y la escritura universitarias[1] que aborda estas dos prácticas desde un punto de vista semiológico. Aquí es donde está el punto de intersección entre el discurso de estos pacientes y su interpretación semiológica ¿que relaciones unen estos hechos con este concepto cuando la memoria da cuenta del inconsciente?

Notas
[1] Nogueira, Sylvia (coordinadora). Manual de lectura y escritura universitarias. Prácticas de taller. 2a ed. corregida. Buenos Aires, Editorial Biblos, 2003. 184 págs. (Colección Semiología).

sábado, 23 de agosto de 2008

Miércoles de 7 a 9 de la noche - Segunda Parte

El 20 de agosto inició la primera sesión del Dr. Braunstein. El salón estaba repleto, muchos de nosotros nos quedamos ya sentados en el piso o bien de pie durante el tiempo que duró la sesión. Considerando que el seminario es la continuación de otros, me encuentro en desventaja con respecto a la documentación, afortunadamente el sitio del Dr. Braunstein ofrece la memoria del seminario y adicionalmente dos libros que son compilaciones del seminario desde el semestre 2006-2. Los títulos de estos libros son: Memoria y espanto o los recuerdos de la infancia y La memoria, la inventora, ambos publicados por editorial Siglo XXI. Definitivamente, hay mucho que leer.

Por otra parte, el desarrollo de la clase se abordó el tema Memoria y justicia. La banalidad del mal. El punto de inicio fue la participación de Eichmann en El Holocausto donde se planteó la relación de la memoria como un hecho histórico y vital dentro de los marcos de justicia. Desde el punto de vista histórico, el holocausto es un ejemplo importante para el análisis propuesto y desde la perspectiva vital, de forma partícular la vida Eichmann ofrecida a través de la narrativa de Jonathan Littel en su novela Las Benévolas muesta la insustancialidad que ofrece el comportamiento de un ser humano que podría ser común a la vista del mundo pero, en el fondo de su ser habita un asesino. Ésto es lo que determina la banalidad del mal y esa hipótesis es la reflexión propuesta de esta sesión.

jueves, 21 de agosto de 2008

Miércoles de 7 a 9 de la noche - Primera Parte

En los preparativos para la reinscripción a este semestre 2009-1 a la Universidad me encontré en una disyuntiva, respecto a las cátedras que se llevarían para este periodo de clases, entre dos opciones: "Pedagogía Contemporánea" con la Maestra Martha Diana Bosco[1] o bien "Memorias del Psicoanálisis. Construcción y descontrucción narrativas del sujeto del inconsciente" con el Doctor Braunstein.[2] Después de una revisión exhuastiva de ambos programas decidí por fin que cursaría la cátedra con el Dr. Braunstein, decisión que llegué después de reflexionar mucho.

¿Qué reflexiones me llevaron a tomar tal decisión? Primero ante todo que mi campo de acción son las tecnologías de información y comunicación como desde el ámbito de las humanidades y las ciencias sociales las han nombrado; desde la perspectiva de la ingeniería y las ciencias de la computación es simplemente informática y computación. Segundo, he dedicado gran parte de mi vida a la enseñanza de la computación y me he enfrentado a los problemas que desde el aula implica apropiarse de las tecnologías informáticas. Tercero, el problema social que se deriva de las tecnologías de la información y comunicación desde dos frentes en donde el "arma principal" es el software: libre vs propietario. Cuarto, mi preocupación manifiesta y hasta desesperada de la falta de visión de los profesionales de la educación, como he llamado a los pedagogos, tienen con respecto al dominio de estas tecnologías. Quinto, ya más global, un tanto utópica para muchos: promover el desarrollo del país desde diferentes frentes.

Pero ¿porque el psicoanálisis y no la pedagogía contemporánea? Siempre escucho a los que no quieren estudiar computación principalmente gente grande, que es algo que no se les da, que no nacieron para ello, que las nuevas generaciones sí, pero a lo largo de mi práctica docente he notado que el problema aqueja a jóvenes y a viejos. ¿El problema es una cuestión de actitud? ¿de pragmatismo? ¿de urgencia? ¿de comodidad? o de todas, o de más; entonces se vuelve un problema complejo. Estoy buscando a través de la memoria que es el eje medular de la cátedra del Dr. Braunstein, una relación de lo más profundo de nuestro insconsciente que permita mostrar una luz de por qué, particularmente el mexicano, no puede o no quiere apropiarse de estas tecnologías considerando que son el motor de una sociedad de la información y que camina hacia una sociedad del conocimiento. "Hay algo en la mente del mexicano que no le permite apropiarse de la informática" como una vez me planteó Juan Manuel Zurita[3] en una charla que sostuvimos hace tiempo y que coincidentemente compartimos. La cátedra del Dr. Braunstein es la oportunidad de buscar indicios que me permitan reflexionar sobre los problemas que he expuesto y buscar soluciones, al fin y a cabo es el perfil de egreso del pedagogo.

Por último, se preguntarán por qué el título de esta entrada se llama así. Es la hora en que tomaré la cátedra del Dr. Brauntein y como lo indica habrá más partes.

Notas

[1] La línea de investigación de la Maestra Martha Diana Bosco Hernández es sobre la educación abierta, a distancia y en línea. Ella recibió un reconocimiento por parte de la UNESCO en 2005 (http://www.dgcs.unam.mx/gacetaweb/2005/050317/gaceta.pdf).

[2] Para más información sobre el trabajo académico del Dr. Braunstein consulte el siguiente sitio web: http://www.nestorbraunstein.com/

[3] Juan Manuel Zurita Sánchez es bibliotecólogo de la UNAM, profesor del Sistema de Universidad Abierta en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM) y actualmente cursa una maestría en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Su línea de investigación es la Antropología del Software Libre y tiene una bitácora en la dirección http://antropologiadelsoftwarelibre.blogspot.com/.

jueves, 24 de julio de 2008

¿Crisis en la educación?

"Hay que educar a los educadores".
Eduardo Nicol

A modo de introducción

En una revisión de mis ensayos de filosofía a lo largo de este tiempo, he notado que todos giran en torno a un problema: el significado de la educación y su particular relación con el maestro o profesional de la educación como he llamado generalmente al pedagogo o cualquier persona relacionada. Éste ensayo no es la excepción pero lo que sí es, la forma como se aborda el tema. He seleccionado una lectura en particular, "Crisis de la educación y filosofía" de Eduardo Nicol,[1] que ha tocado profundamente la idea sobre lo que debe ser un verdadero pedagogo y me he dado a la tarea de hacer una interpretación más precisa sobre ésta, ensayando bajo la premisa de "cultivar el gusto por la poesía y el respeto por la filosofía [que] es lo propio de los hombres cultos".[2] Éste es un primer intento.

A propósito de la crisis de la educación y la filosofía

¿Qué es lo que hace pensar en una crisis de la educación? ¿Qué es lo que falla en la educación para decir que hay una crisis? Si se habla de crisis, ésta puede determinarse desde varios aspectos como un cambio brusco, una mutación, en una duda, en un momento decisivo, de una dificultad o una escasez de algo. ¿En cuál de estos aspectos se habla de una crisis de la educación? Si se hace un balance de la educación en nuestros días se observa una cierta descomposición educativa y con ella, una descomposición cultural que toca cada una de las actividades humanas. Pero, ¿es acertado hablar de una descomposición? Sí, si hablamos de un deterioro y con respecto a la educación está determinada por una escasez y por una duda en una situación complicada.

¿Qué tipo de escasez tiene la educación? Primero ha sido fragmentada en dos, en una dicotomía irreconciliable en que la reflexión y la práxis ha hecho una dualidad del ser humano, al prágmatico y al reflexivo, al homo faber y al homo sapiens como los identifica Nicol.[3] El empuje del primero hacia el segundo, es el punto de tensión de esta crisis que, como se mencionaba antes, invade cada actividad humana incluyendo a la filosofía y también a la educación, pero no una educación acotada a la transmisión de conocimientos. Esto es algo que los educadores, los profesionales de la educación deben tener en cuenta, la educación como paideia que integra reflexión y praxis como una conjugación del ser humano es lo que está en crisis. ¿Cuántos son educadores sin serlo? y la sentencia de Nicol con respecto a ésto es: "Hay que educar a los educadores". [4]

Estas palabras son fuertes y preocupantes, "educar a los educadores" significa que tenemos "... carencia del ethos en la práxis y en la paideia".[5] Es decir, los educadores han dejado de ser auténticos, la carencia de congruencia en lo que se dice, se hace y se piensa es una crisis que se envuelve en el pragmatismo extremo del ser humano derivando en un desequilibrio del verdadero ser. Rescato la pregunta de Nicol, ¿qué somos? ¿Tenemos claro cuál es la misión como educadores o sólo realizamos el trabajo de forma monótona, sin sentido, sin reflexión? Ni lo uno, ni lo otro, mucho menos lo primero le queda muy claro al educador porque ha renunciado a la reflexión y sin ésta, no existe una idea clara de lo que se quiere y si se quiere, si se nos permite parafrasear a Nietszche. El educador tiene sobre sus hombros un trabajo que de él requiere una preparación como ningún otro porque no sólo es el medio de transmisión del conocimiento sino un promotor de cultura.

Ahora, en nuestro momento histórico, el educador es inculto. Nicol dice que no es por una carencia sino por una "renuncia implícita y colectiva a la cultura que antes se obtenía con el trabajo".[6] ¿A qué renunciamos? Una renuncia implica un acto libre pero si es implícita no necesariamente lo es, entonces ¿renunciamos a la libertad? Si es así, esta renuncia es la razón por la que el pragmatismo gana terreno con respecto a la reflexión pues se considera al proyecto de vida en términos de ganancia y no de formación. Utilidad y nada más es lo que caracteriza a la paideia de nuestro tiempo por eso es colectiva pues para requerir de una ganancia necesariamente debe haber un proceso de intercambio. Esto nos lleva a terrenos escabrosos en pensar a la paideía como un producto de consumo el cual abordaremos en otro momento, no en este escrito pero es importante evidenciarlo.

Aquí se encuentra la duda para muchos, hay una crisis como se ha argumentado pero, ¿se vislumbra un cambio renovador? Para muchos, los más pesimistas, no hay renovación pero el problema lo tenemos detectado: evitar la de-formación del ser humano. Para ello, educar a los educadores es el punto importante pues en ésto se encuentra la paideia y nos lleva de la mano de Nicol a preguntar quién será el educador de los educadores.

La filosofía es paideia, nos dice Nicol pero no como un programa de estudios o una planeación de clase sino como un acto reflexivo que nos lleva a una autocrítica.[7] No es instrucción, es formación y ésta no se manifiesta en forma tangible, no tiene una finalidad práctica pero es necesaria así como la poesía. Ambas, filosofía y poesía son elementos imprescindibles para la formación del educador pues en ellas descansa el pensamiento que si antes sólo la recitaban con el advenimiento de la escritura, éstas se plasman dibujando pensamientos. Es hermoso. Cultivar la poesía y respetar la filosofía es el equilibrio que con acertada precisión Nicol define, "la paideia es el cultivo de hombre"[8] e implícitamente del educador pues es éste el que debe reflejar la paideia a todo lo que se encuentre en contacto con él. Ésto es un trabajo arduo pero imprescindible.

Ahora se escucha en muchas partes sobre la sociedad de la información, sobre la globalización, el barbarismo, de la cultura de la urgencia (si de alguna forma ésta fuera cultura), y en otros conceptos que no permiten detenernos a la reflexión pero el hecho de esta falta de permisividad, no es excusa para no reflexionar, se debe buscar el modo, el momento para cultivar al hombre y restituir el equilibrio al que se ha renunciado. El educador, desde esta concepción de la paideia, debe abrir paso a la modelación del ser no sin antes enderazarse a sí mismo. En pocas palabras, hay que educarnos a todos y en todo momento. Éste es el compromiso.

Notas

[1] Eduardo Nicol. Ideas de vario linaje. Editor Enrique Hülsz. México, Facultad de Filosofía y Letras – Universidad Nacional Autónoma de México, 1990. Págs. 393-402. (Seminario de Metáfisica).

[2] Ibídem. Pág. 401.

[3] Ibídem. Pág. 397.

[4] Ibídem. Pág. 398.

[5] Loc. cit.

[6] Ibídem. Pág. 396.

[7] Ibídem. Pág. 399.

[8] Ibídem. Pág. 401.

jueves, 17 de julio de 2008

El pedagogo: reflexión sobre su actividad educativa

La decisión de convertirse en un profesional de la educación como le llamo al pedagogo es una decisión que no debe tomarse a la ligera. Esto preocupa pues pareciera ser que de los mismos miembros que conformamos, en diferentes niveles, a la comunidad pedagógica no tenemos idea de lo que en realidad significa ser pedagogo, y luego, serlo en México. ¿A qué viene esta reflexión inicial? Durante el estudio de las lecturas sobre las corrientes de la filosofía he observado con detenimiento que aquel profesional de la educación, el pedagogo no tiene la mínima idea de la magnitud de su profesión, esto produce un rezago generado por una corta visión de los problemas de la educación o en otras palabras, el pedagogo aborda su profesión con una superficialidad excesiva.

La profesión del pedagogo se deja llevar por las modas en educación y dentro de la práctica pedagógica. Cuando sale una técnica, una nueva teoría, o un algo nuevo relacionado con la educación, el pedagogo se deja seducir bajo éstas con la esperanza que sea la solución a sus problemas pero me pregunto ¿existirá reflexión sobre estas panaceas teóricas y prácticas y sus repercusiones? Pienso que no. La profesión del pedagogo no es sencilla, es una tarea ardua que no termina con el hecho de dar una clase, que aun ésta es compleja, sino en la reflexión que lleva a pensar sobre la educación y eso es algo que el pedagogo no desea hacerlo.

Ahora me pregunto, ¿cómo el pedagogo debe reflexionar la educación? O más bien, ¿estará preparado para reflexionar y llevarlo a un debate como lo ofrecieron Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano en 1933 a propósito de la realidad educativa mexicana? Pienso que no. Sin afán de ser pesimista, la realidad se impone: la preparación del pedagogo deja mucho que desear y eso ha producido un rezago abismal entre la práctica de la profesión y el campo en que se desarrolla. Dilthey menciona que ha razón de este rezago, la Pedagogía “violenta las grandes formaciones históricas de la enseñanza que han surgido de la ética de cada pueblo, y es ciega frente la profundidad histórica y la estructura, plena de sentido, de lo que es”.[1] Dos aspectos importantes plantea Dilthey: la violencia entre las teorías educativas y la superficialidad frente a la historia de éstas. ¿Cuál es el origen de esta violencia y desdén por parte de la pedagogía? Es el atrincheramiento que tiene el pedagogo hacia la psicología que lo ha llevado a un desmedido culto hacia ésta, a un psicologismo. El profesional de la educación fragmentó su mundo y se ha refugiado en la cueva que corona en el frontispicio con la palabra Psicología.

No hay que negar, los aportes que la psicología ofrece a la educación son importantes pero ese no es el único frente, la educación tiene muchos matices importantes que el pedagogo debe abordar con respecto a su área de estudio e integrarlos al servicio de la sociedad que sirve y el momento histórico en que está. Pero todo a ocurrido al contrario, este atrincheramiento al que me refiero trae como consecuencia que la aportación de la pedagogía en el desarrollo del ser humano sea pobre, débil, sin cobertura, derivando que el trabajo educativo propio del pedagogo termine haciéndolo otro tipo de profesional mientras que éste sigue en su cueva.

En otro escrito comentaba que el pedagogo debe tener un espíritu filosófico, sociológico, psicológico e histórico.[2] Ese espíritu que me refería es la reflexión hacia el fenómeno de la educación y que toca a todas las actividades del ser humano. Esto es lo que hace falta al pedagogo, la reflexión que acompaña a una vocación, a la disposición necesaria para abordar todo tipo de problemas pedagógicos que enfrenta nuestro tiempo como son la sociedad del conocimiento, el individualismo contemporáneo, la utilización de tecnologías, los problemas de aprendizaje, “la barbarie ilustrada” y muchos más. Sin reflexión, nosotros, los pedagogos seremos profesionales light de la educación y nuestra aportación será ínfimamente útil y al final, puede tomarse las palabras de Dilthey, con respecto a ello: “El desprecio con que se la mira [a la Pedagogía] se inspira en el sentimiento justo de que no es todavía una ciencia en el sentido moderno”.[3] Y para existir ciencia, se requiere de reflexión. Así la amplitud de nuestra profesión debe tocar a cada una de las actividades humanas pues la educación y por ende, la pedagogía tiene una íntima relación con la cultura.

Falta un último aspecto que abordar, el contexto social en el se encuentra el pedagogo en México. La actitud ligera del pedagogo mexicano frente a la realidad educativa mexicana lo lleva a una situación de vacío en su práctica educativa donde la falta de rigor, de conocimiento de la historia aunado a la poca reflexión educativa, ya mencionada antes, provoca la falta de un proyecto educativo acorde con las realidades del nuestro país además de un ejército de pedagogos light y mercenarios de la educación que no ofrecen nada más que la “utilidad” de sus servicios al mejor postor.

El pedagogo mexicano se está quedando mudo y hasta lisiado. Las investigaciones que se realizan sólo dan vueltas en círculo frente a temas que deben ser solucionados y que sólo se evidencian. Los profesionales de la educación lanzan la piedra y esconden la mano como si estuvieran, citando a Lombardo Toledano, “… tratando de hallar la verdad, [creyendo] que la verdad ya fue encontrada”.[4] Este es un asunto al que debemos tener en consideración pues es el punto medular de las aportaciones ínfimas que tienen los pedagogos hacia la sociedad mexicana y hay conciencia de ello, de ese vacío que devora y no ayuda a concretar esa reflexión tan necesaria de la educación para, como bien dice Lombardo Toledano, la verdad se proclame.[5]

¿Qué nos toca hacer como estudiantes? Estudiar, reflexionar, analizar críticamente nuestra tarea educativa desde todos los ámbitos, sin atrincherarse y prepararnos, llevando al debate una propuesta educativa para empezar a resolver el problema que venimos arrastrando desde toda la vida. En pocas palabras, convertirnos en verdaderos pedagogos que aporten como profesionales de la educación, una idea clara que nos lleve abrir camino hacia un proyecto congruente de país.

Notas

[1] Wilhelm Dilthey. “Pedagogía” en Teoría de la Concepción del Mundo. México, FCE, 1945. Pág. 381.

[2] José Daniel Guerrrero Gálvez. “Reflexión hacia la construcción de una pedagogía mexicana”. Ollin Tlatoa, palabra en movimiento. [En línea]. 14 de marzo, 2008. Disponible en http://ollintlatoa.blogspot.com/2008/03/reflexin-hacia-la-construccin-de-una.html. [Consulta: Abril 15, 2008].

[3] Wilhelm Dilthey. Ibídem.

[4] Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano. “La encrucijada universitaria. Entre el humanismo liberal y el materialismo marxista”. [En línea]. Etcétera. Política y Cultura en línea. Numero 370, 2 de marzo de 2000. Disponible en: http://www.etcetera.com.mx/2000/370/acvlt370.html. [Consulta: Abril 15, 2008].

[5] Ibídem.

Bibliografía

Caso, Antonio y Vicente Lombardo Toledano. “La encrucijada universitaria. Entre el humanismo liberal y el materialismo marxista”. [En línea]. Etcétera. Política y Cultura en línea. Numero 370, 2 de marzo de 2000. Disponible en: http://www.etcetera.com.mx/2000/370/acvlt370.html. [Consulta: Abril 16, 2008].

Dilthey, Wilhelm. “Pedagogía” en Teoría de la Concepción del Mundo. México, FCE, 1945.

Guerrrero Gálvez, José Daniel. “Reflexión hacia la construcción de una pedagogía mexicana”. Ollin Tlatoa, palabra en movimiento. [En línea]. 14 de marzo, 2008. Disponible en http://ollintlatoa.blogspot.com/2008/03/reflexin-hacia-la-construccin-de-una.html. [Consulta: Abril 15, 2008].

Landa, Josu. La idea de universidad de Justo Sierra. México, FFyL-UNAM, 2005. Cap. “Ideas educativas”.

Robles, Martha. Educación y sociedad en la historia de México. 9ª ed. México, Siglo Veintiuno.

Zea, Lepoldo. El positivismo en México. México, Colegio de México 1943.

martes, 22 de abril de 2008

Un recorrido por The Nomadic Museum. Exposición Ashes and Snow de Gregory Colbert

Había escuchado de la llegada de la exposición Ashes and Snow por mi esposa, tiempo atrás cuando recién tenía poco de haberse instalado en el Zócalo de la Ciudad de México pero no fue hasta que en clase de la materia de comunicación educativa en la facultad, la maestra nos asigna la tarea de asistir a esta exposición y presentar un reporte. Confesaré que mi interés por la exposición fue nula hasta después de mi visita al The Nomadic Museum, sólo hasta entonces comprendí la necesidad de replantear el interés en un análisis crítico desde el punto de vista educativo hacia estas exposiciones producidas a nivel mundial como un fenómeno propio de nuestras sociedades pero sin dejar de lado a los museos nacionales que requieren, como profesionales de la educación, también de nuestra atención. Particularmente este reporte tiene como fin describir de manera general al The Nomadic Museum y su relación con el contenido de la exposición Ashes and Snow.

La vista del museo en el espacio del Zócalo de la Ciudad de México es impresionante, ahora con la posibilidad de calles que no se encuentran invadidas por comercio ambulante, The Nomadic Museum resalta como un edificio más de la Ciudad de los Palacios como en algún tiempo se le llamó a nuestra ciudad. La arquitectura del edificio construida con bambúes y material reciclado nos permite ver no sólo un edificio sino más como un santuario que alberga un gran tesoro. Según información del museo a través de su página de Internet, The Nomadic Museum fue construido para albergar particularmente a la exposición Ashes and Snow pues se presentaba un problema en la instalación de la exposición en museos ya edificados con respecto a la luz, esto porque el principal elemento expositivo es la sensación visual y física del entorno, un elemento necesario para transmitir el mensaje del artista Gregory Colbert. El olor a bambú, la sensación húmeda producida por el agua y el olor de ésta con la madera, las piedras y la tela nos ofrece sensaciones de respeto y misticismo necesarias para una preparación del visitante que da tintes de iniciación al interior del museo.

La entrada al museo se realiza a través de un pasillo largo que invita al visitante a recorrerlo con paciencia sintiendo las sensaciones producidas por los materiales con que está construido el museo siendo testigos de este pequeño viaje místico, las imágenes de seres humanos y animales en perfecta armonía. Éste es el primer acercamiento al mensaje que el artista desea transmitir a su público. En la medida que se avanza por el pasillo, al fondo se muestra un película de tipo haikú, por su corta duración y que confirma esa armonía presentida dentro del museo a través del pasillo y previo al teatro del museo. Dentro de éste, como un santuario, muestra al fondo y en alto una película con imágenes color sepia y ocre que invitan a no perder detalle de los movimientos de seres humanos y animales envueltos en melodías sutiles que invitan a la reflexión en lugar de la contemplación. Uno pierde la noción de tiempo y espacio pues la imágenes nos llevan a un marco más espiritual y reflexivo a lo que no estamos acostumbrados a vivir en los centros urbanos.

La idea del Gregory Colbert a razón de la exposición Ashes and Snow era, con sus propias palabras: “... explorar la relación entre el hombre y los animales desde dentro hacia fuera”.[1] Pero no sólo a explorado, su intención ha trascendido no sólo en una relación del ser humano con la naturaleza sino en una propuesta más profunda: una reflexión que nos lleva a repensar en esta relación que actualmente se encuentra pérdida entre una jungla de asfalto donde el ser humano pierde todo contacto de sus orígenes con la naturaleza o más bien con su propia naturaleza inmersa en un entorno artificial y no vivo. Para lograr esta reflexión, el artista lo muestra a través de una comunicación gráfica en donde las sensaciones se ven potenciadas por los olores pero principalmente por los colores sepia y ocre que domina la exposición pues son éstos los que nos trasladan a nuestro origen natural, la tierra y el mar donde se ha originado las especies y toman su alimento, siempre presente el mensaje que Gregory Colbert nos desea mostrar para su reflexión ofreciéndonos una sola idea: permitirnos retomar lo vivo en armonía para no ahogarnos en una vida artificial.

[1] Ashes and Snow. Visión de Gregory Colbert – Biografía. [En línea]. sf. Disponible en: http://www.ashesandsnow.org/es/vision/biography.php. [Consulta: Abril 20, 2007].

Bibliografía

Ashes and Snow. Gregory Colbert. [En línea]. sf. Disponible en: http://www.ashesandsnow.org/. [Consulta: Abril 20, 2007].

viernes, 14 de marzo de 2008

Reflexión hacia la construcción de una Pedagogía Mexicana

Ensayo elaborado para la materia de Filosofía de la Educación en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.

¿Por qué hablar de una pedagogía mexicana?

Esa es una pregunta importante, más en el contexto en que actualmente vive el país y que ha vivido. La educación es uno de los grandes problemas nacionales y las políticas impuestas por los gobiernos salientes y entrantes sólo muestran su incapacidad para resolverlo. Estas políticas, estrategias o planes educativos no se adecuan a las necesidades del país por una simple razón, no son pensadas para México. La necesidad de desarrollar una pedagogía mexicana es de gran importancia para el desarrollo de nuestro país pero no un desarrollo superficial sino profundo, que desde las raíces de una educación integral se contemplen las particularidades de cada uno de los sectores que conforman la población mexicana. Para lograr esto, se requiere plantear detalladamente la construcción de una pedagogía mexicana que ayude a consolidar esta educación y que en el trasfondo de esta construcción se encuentra la generación de ideas.

El pedagogo y la Filosofía

Son muy variados los problemas que enfrenta el pedagogo. Primero ante todo, la fundamentación teórica donde la pedagogía se debate entre si es ciencia o no. Un debate que lleva abordar la epistemología y su relación con la pedagogía. ¿Un camino difícil? Sí, por cierto. En un rastreo de información en revistas[1] se puede encontrar que el problema de esta relación es limitadamente abordada. Pero si en el mismo medio de información, se realiza una búsqueda con respecto al tema educación, casi en la mayoría de los artículos se abordan principalmente aspectos relacionados a temas como la psicología o la didáctica pero siempre de corte docente. Esto no quiere decir que minimice ese conocimiento, es necesario, pero ¿qué ha pasado con las ideas? “La Filosofía son conceptos” escuche en una ocasión decir a mi maestro de Filosofía. ¿Y acaso los conceptos no derivan de ideas? “Idea[s] que concibe[n] o forma[n] el entendimiento”.[2]

Como ejemplo, he observado que la tendencia del pedagogo es hacia la psicología, que no puedo negar es un ámbito del conocimiento muy seductor pero lejos de serlo en el fondo es práctico y por lo tanto mucho más sencillo, por decirlo así. Lo que quiero poner en evidencia: el pedagogo tiene que ir más allá de lo que las ciencias experimentales ofrecen. Reiterando, es muy sencillo aplicar una prueba para medir la inteligencia, medir el aprendizaje por instrumentos psicológicos, medir el rendimiento escolar, obtener estadísticas de habilidades lectoras, de adquisición de capital cultural, de habilidades matemáticas. No sé, hay tanto que medir que me abruma pero ¿y las ideas? Las ideas son incoloras, inodoras e insípidas a veces y dulces en otras ocasiones y con toda la parafernalia tecnológica de nuestro tiempo, aún conservan esas propiedades.

El pedagogo, seducido por las ciencias más prácticas, ha olvidado que las ideas se manifiestan y eso es un problema. No se le pide al pedagogo que sea un filósofo, no de ninguna manera, lo que tiene que hacer es cultivar un espíritu filosófico hacia su disciplina pues se ha inclinado más por los medios que por el fin, hacia una tendencia más utilitarista. Así que para construir una pedagogía mexicana, primero ante todo, el pedagogo tiene que cultivar un espíritu filosófico.

El pedagogo y la Historia

Otro de los problemas que enfrenta el pedagogo es la cuestión histórica. En la actualidad la tendencia es sólo vivir el presente y desechar la historia es lo mejor. Esta peculiaridad viene del utilitarismo infectado por los sistemas económicos y políticos que han promovido la eliminación del estudio de la historia[3] (de paso, también la geografía). El ser humano es producto de su historia y a ésta no se le da el peso adecuado, el que le corresponde como parte de la construcción del conocimiento.

¿Qué puede ofrecernos la historia? Para muchos, sólo son fechas, lugares, nombres, hechos que nada tienen que ver con el ahora Y sería comprensible si se tomará a la historia como un repositorio de datos pero esa función la cumplen muy bien los acervos bibliográficos, hemerográficos y tecnologías informáticas disponibles en la actualidad.

Retomar la historia, no como un objeto, sino como "... las experiencias de quienes nos precedieron, de nuestros 'poetas muertos'"[4] que permita ahondar en los problemas históricos de nuestra incipiente educación mexicana. El análisis histórico y crítico de la historia mexicana que junto con la historia de su educación ayudará a penetrar con más profundidad en los problemas educativos de nuestro tiempo porque las decisiones del pasado afectan nuestro presente, así como las decisiones de hoy lo harán con el futuro, aún más incierto. Pero no sólo la historia mexicana sino también la de occidente. Remontarnos hasta los griegos, regresar a los orígenes, como recomienda Jaeger, para “... comprender el fenómeno imperecedero de la educación antigua y el ímpetu que la orientó a partir de su propia esencia espiritual y del movimiento histórico al que dio lugar.”[5] Retomar el rumbo, al que hemos perdido en algún momento para reformular, confrontar, delimitar los aspectos educativos de nuestro tiempo y lo por venir.

Revisar, entender, comprender y abordar desde una postura crítica de la historia mexicana y occidental es otro de los puntos que el pedagogo tiene que trabajar para construir una pedagogía mexicana.

El pedagogo y la Sociología

Otro aspecto que debe abordar el pedagogo es el estudio de la estructura y el funcionamiento de la sociedad mexicana que corresponde a la de una nación multicultural. La sociedad mexicana no se limita a zonas urbanas, esta se extiende hasta zonas rurales y comunidades indígenas. Cada una de ellas posee una cultura propia que determina su identidad e historia.

Cada una de estas estructuras culturales se deberá estudiar con detenimiento utilizando para ello ese espíritu filosófico y el análisis crítico de su historia para comprender e implantar una educación adecuada para esta sociedad multicultural. No es un problema sencillo, abordar la educación dentro de este ámbito requiere un compromiso fuerte traducido en el trabajo de campo. ¿Qué quiere decir esto? El pedagogo tendrá que dejar el confort de la ciudad para trasladarse a las zonas donde posiblemente no existen los mínimos servicios que una ciudad ofrece pero es algo necesario con el fin de abarcar la totalidad de las características de los grupos humanos que las habitan.

Al observar el pedagogo con los ojos de la sociología podrá acercarse con detenimiento al interior de las estructuras que conforman la sociedad mexicana y sus relaciones considerando un aspecto fundamental: la comunicación. Uno de los principales problemas que se tienen con las comunidades indígenas es de orden lingüístico. No hay duda que el español es considerado por los indígenas como una herramienta de dominación histórica si no remitamos a la memoria en la etapa de evangelización de la Nueva España, por ello el acercamiento es mucho más difícil. Tal vez con un idioma puente que fomente una comunicación democrática, una educación trasnacional, una eficacia pedagógica, una pluralidad y persidad lingüística, y derechos lingüísticos para una emancipación humana[6] se pueda romper esa barrera entre los pueblos que conforman al país.

Así bien, no se pretende que el pedagogo sea un sociólogo en la extensión de la palabra pero si desarrollar la capacidad para identificar las sutil presencia de elementos en las estructuras sociales del país que permitan la construcción de una pedagogía mexicana.

El pedagogo y la Psicología

Al principio de este ensayo se hace referencia a la preocupación que se tiene con respecto a la inclinación del pedagogo por la psicología. Es importante aclarar que la excesiva inclinación no es buena ya que existe el área de especialización en educación dentro de la carrera de Psicología. El pedagogo, como en las otras áreas de conocimiento, no debe convertirse en psicólogo pero si poseer el conocimiento suficiente para identificar los procesos psicológicos que intervienen dentro del proceso educativo.

La pedagogía como disciplina

Mientras que no se resuelva el positivismo en que se encuentran inmersas las ciencias, la pedagogía, junto con las demás ciencias sociales, estarán en el debate epistemológico que sostienen en la actualidad. Mientras tanto la pedagogía es una disciplina que se apoya en el conocimiento de otras ciencias para identificar, proponer, evidenciar todos los aspectos del fenómeno educativo. Y hasta que los pedagogos decidan adentrarse al problema epistemológico objeto-sujeto necesario para construir una ciencia pedagógica y encontrar un paradigma que logre el equilibrio preciso entre objetividad-subjetividad, la pedagogía seguirá siendo una disciplina, a pesar de ofender a más de uno.

Cada uno de los puntos que se han abordado, muestran que para crear una pedagogía mexicana, el pedagogo tiene que desarrollar las actitudes y aptitudes necesarias antes descritas para integrar los esfuerzos que lleven a la posibilidad de construir una pedagogía mexicana capaz de cubrir las expectativas inpiduales y sociales que necesita el país.

La preparación del pedagogo es importante en todas estas áreas pero lograr esto, ni la sociología, ni la psicología, ni la historia, ni ninguna otra ciencia será suficiente sino se posee ese espíritu filosófico porque la Filosofía son conceptos y de éstos nacen las ideas las cuales no se miden, no se ven pero se proyectan, se manifiestan. Así que desde el punto de vista de un neófito como yo, considero que la esencia de la pedagogía y la mexicana en particular se encuentra fundamentada en la Filosofía y no en ningún otro saber, a pesar de que pueda herir a más de dos.

No es una conclusión

Jugar con las ideas es difícil, más cuando se leen posteriormente y es inevitable no dejar de pensar que algún adictivo se presentó en la “costura” de este ensayo pero no me preocupa, me agrada jugar con las ideas tanto en forma como en profundidad. Así que este ensayo es sólo una reflexión preliminar y posiblemente el inicio de un planteamiento no completado, posiblemente erróneo y hasta inviable pero aún falta mucho que leer y estudiar con detenimiento para llenar esos espacios vacíos pues las ideas fluyen, se manifiestan y reprimirlas sería un homicidio, si se me permite la analogía.

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[1] Publicar en revistas permite a los autores poner en evidencia problemas que aquejan a la comunidad a la que pertenecen, de ahí que se hiciera un rastreo de información en estos medios.

[2] “Concepto”. La Enciclopedia. Vol. 5. 2004. Págs. 3610-3611.

[3] De ahí que los nuevos planes de estudio de la "reforma educativa" mexicana eliminen las materias de historia y geografía; nos roban nuestra memoria y junto con ella nuestra identidad.

[4] Fragmento del poema “De la sociedad de los poetas muertos” de Walt Whitman.

[5] Werner Jaeger. Paideia. Trad. Por Joaquín Xirau y Wenceslao Roces. (2ª ed. 1962), reimp. México, FCE, 2004. Pág. 16. (Col. Filosofía).

[6] Actualmente existe un idioma reconocido por la UNESCO que se fundamenta en estos principios, su nombre es Esperanto (http://www.uea.org/).

Bibliografía:

Jaeger, Werner. Paideia. Trad. Por Joaquín Xirau y Wenceslao Roces. (2ª ed. 1962), reimp. México, FCE, 2004. 1151 págs. (Colección Filosofía).

Landa, Josu. “Más allá de la paideia” en: Antropología cultural. Reflexiones contemporáneas. Arturo Aguirre (comp.). México, Afínita Editorial, 2007.

Nicol, Eduardo. La idea del hombre (primera versión, Herder). México, Herder, 2004. “El porcio de la ciencia y la vida”, parágrafo 4. pág. 427 - 433.

miércoles, 12 de marzo de 2008

La indiferencia pura

Reflexión sobre el capítulo II de "La era del vacío" de Gilles Lipovetsky para la materia de Comunicación Educativa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Él y ella miraban al frente fijamente mientras el auto recorría la carretera, no cruzaron palabra en los pocos minutos -no más de cinco o seis-, que nuestros caminos se cruzaron en la autopista México-Pachuca. Sus vistas perdidas en el camino pero a la vez ausentes no se percataron, ni la mínima sensación que los observaba. Parecían maniquíes dentro de un auto que prácticamente se conducía solo.

¿Así es la indiferencia que menciona Lipovetsky? -Me pregunté-.

La principal tesis que sostiene, es el individualismo que se ha inmerso el ser humano bajo las condiciones de un capitalismo que ha trascendido de los objetos a las personas, como él y ella que van juntos, a unos cuantos centímetros uno del otro, separados en su propio individualismo y aislados del entorno pero, en un buen auto.

La pérdida de valores, la falta de compromiso, el sin sentido que se le da a la vida propia y ajena es el umbral entre el modernismo que abandera el progreso y el postmodernismo que no abandera nada. ¡Dios ha muerto! decía Nietzsche y escandalizó a su época -un síntoma de la indiferencia-, pero nadie leyó lo que seguía -otro síntoma más de la indiferencia-, "Dios sigue muerto. Y nosotros los hemos matado". El hombre ha matado a su Dios, a su ideal. El incomprendido Nietzsche advierte, crítica y evidencia pero sufrió la indiferencia de los demás.

Esta nueva apatía o apatía new look, que Lipovetsky menciona, tiene muchos rostros promovida por la capacidad de elegir teniendo como base el individualismo, desterrando lo público. La idea res publica non dominetur se ahoga en el narcisismo alimentado por el consumismo bárbaro de los individuos apáticos en cada una de las facetas de sus vidas. Saber, poder, trabajo, familia son elementos que conforman una civilización pero bajo esta nueva socialización, dice Lipovetsky, "... han dejado de funcionar globalmente como principios absolutos e intangibles...", se han vuelto opcionales, de fácil disposición y desecho. Homo videns, homo ludens, homo economicus, homo sapiens sapiens -tal vez este último en peligro de extinción-, son especies dignas de un estudio darwiniano en nuestra actualidad bajo la etiqueta del postmodernismo.

Sin embargo, hoy por la tarde fuí a un centro comercial para comprar algo que comer y encontré entre los pasillos del establecimiento a una pequeña niña de apenas cuatro o cinco años empujando un carrito de supermercado a su medida del cual sobresalía un bastón coronado con un letrero que textualmente dice: "Cliente en entrenamiento". Definitivamente, es necesario hacer una reflexión con bemoles shakespearianos de esta situación: resistir o no resistir esta barbarie.

Bibliografía: Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Trad. por Joan Vinyoli Y Michèle Pendanx. 13a ed. Barcelona, Editorial Anagrama, 2000. págs. 34-48. (Colección Argumentos).

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